- folleto entregado por anarquistas en una manifestación en Lisboa el 29 de Mayo del 2010.
No estamos preocupados por los problemas políticos de los que ven el desempleo como un peligro para la democracia y el orden. No sentimos ninguna nostalgia por el profesionalismo perdido. No queremos mejores salarios o la continuación de los subsidios. Tampoco estamos por la abolición del trabajo, el descubrimiento de otras formas de vida, o la reducción al mínimo indispensable para vivir feliz. Queremos la destrucción de este sistema que nos hace pedir salarios para no morir de hambre. Queremos la destrucción del trabajo y de esta sociedad porque esto, lo que hacemos durante el día y su continuación, que se extiende hasta la noche, es un círculo vicioso, que nunca va a terminar.
Estamos presos en una cárcel sin rejas o paredes, pero cuyo objetivo es exactamente el mismo: la renuncia a lo que nos dicen que aceptemos, a las órdenes de los jefes, y los policías que los protegen a ellos y protegen lo que queremos destruir.
Queremos la destrucción de esta regla que nos hace seguir así, prisioneros de un trabajo que requiere todo de nosotros: nuestro tiempo, nuestra creatividad, nuestra energía.
La destrucción del trabajo está sobre toda la destrucción de la supervivencia, exigiendo un paso hacia lo desconocido y, sobre todo, a una creatividad extrema.
Destruir el trabajo significa atacar - atacando a las bases del trabajo, y aquello que lo produce. El ataque no afectará al lucro indirectamente, como una huelga lo hace, sino que golpeará directamente a su estructura, ya sea a los medios de producción o el producto final. Y el objeto a ser destruido, es la propiedad, que también es un trabajo, porque es un producto de los resultados del trabajo.
Por la liberación de nuestras vidas, vamos a destruir el trabajo y a toda esta sociedad.